domingo, 28 de diciembre de 2008

The Spirit (Crítica 1)


Francamente, la película me ha aburrido, me ha aburrido muchísimo. Parece mentira que un artista de la talla de Frank Miller, cuyas novelas gráficas justifican ya de por sí el que merezca un puesto de honor entre los dibujantes de comics, haya sido capaz de amuermar de tal modo a los espectadores en la que es su primera película como director. El creador de obras como 300, El regreso del Caballero Oscuro, Batman, año Uno, o Sin City, decidió lamentablemente embarcarse esta vez en la aventura de dirigir y guionizar los comics de Will Eisner`s The Spirit, obteniendo unos muy pobres resultados visto lo visto. El héroe en cuestión, y retomando una de las constantes del director, la de hallarnos frente a un cuerpo de Policía incompetente que tiene la buena suerte de contar con alguien que sí es capaz de sacarles las castañas, es en este caso the Spirit, cuyo alter ego es un Gabriel Macht resucitado, y que deambula por la oscura, nunca mejor dicho, ciudad de Central City, salvando a damas en apuros, o persiguiendo al malvado Octopus, la némesis del héroe, cargado de codicia y malas intenciones, y cuyos acólitos clonados son de lo más ridículo. Porque de hecho la película de Frank Miller resulta ridícula, extraña, y a los cinco minutos de metraje uno sabe que desgraciadamente sólo le queda esperar pacientemente sentado en la butaca si no quiere perder el dinero que ha pagado por la entrada, aunque sea una ilusión y al cabo del tiempo uno sea capaz de admitir por fin que el dinero se perdió ya en la taquilla al pagar la entrada de la sala donde se proyecta el experimento de Miller.
La película es arriesgada, pero tampoco aporta nada nuevo, imitando la predecesora Sin City, los planos en blanco y negro, salpicados con saturadas cargas de color rojo, y brochazos en los que el rojo pasa a ser blanco, jugando con las manchas, y las sombras, rellenando las viñetas, a veces eternas, de esta insulsa historia, tal vez anacrónica hoy día, y extraña cuando se pasean sin pudor alguno elementos propios del siglo XXI, y otros propios de mediados del XX. Aunque importa poco, porque eso es lo de menos, la falta de coherencia histórica, la exageración, importan poco, ya que forman parte del juego, al igual que la brillante Sin City, pero aquí nada importa porque la narración nunca llega a involucrar al espectador, da igual lo que vaya a suceder, más allá de esperar con alegría el siguiente plano donde podamos deleitarnos con la belleza de Eva Mendes. En realidad los actores lo hacen muy bien, sobre todo Samuel L. Jackson, que parece estar involucrado en cualquier fregado del estilo, pero no es suficiente cuando la agonizante narración da coletazos continuos en busca de un aire que nunca llegará a insuflar con vida a unas viñetas bonitas y planas de puro insustanciales.
La película no es muy recomendable, ni siquiera para quienes se consideren fans del dibujante y guionista Frank Miller.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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