martes, 30 de diciembre de 2008

The Spirit (Crítica 2)


Frank Miller acaba de mearse en la tumba de Will Eisner. Mearse en la tumba de alguien ya es algo grave de por sí, pero cuando encima lo haces en la de tu reconocido maestro e incluso amigo la cosa ya alcanza una dimensión excepcional. Varios días después de haber visto la película, sigo intentando encontrar algún sentido a lo que ha hecho Miller, pero por mero hastío creo que ya es momento de dejarlo aún sin haber alcanzado ninguna respuesta. Es completamente inconcebible que el autor que un día escribiera el Batman: Año Uno, 300 o Sin City, todas ellas grandes obras del cómic, haya pergeñado un auténtico despropósito de adaptación de uno de los mayores clásicos del noveno arte. Cuando saltó por primera vez la noticia de que Frank Miller se iba a encargar finalmente de la adaptación de The Spirit a la gran pantalla creo que todos los seguidores del mundo del cómic en general se sintieron muy satisfechos. De la unión de semejantes talentos no podía salir nada malo, y además el aprecio personal de Miller por Eisner era garantía de fidelidad, honradez y, sobretodo, respeto a la hora de trasladar las viñetas a la pantalla. ¿Fidelidad? ¿Honradez? ¿¿¿Respeto??? ¡Desvergüenza! Quizá lo que mas duela de todo este asunto no es que The Spirit sea una de las películas más patéticas y ridículas proyectadas jamás en un cine, tampoco el desengaño de que el otrora gran autor haya escrito un guión que podría haber firmado un niño de 4 años, lo que más duele es precisamente que haya cogido el nombre de una obra y de un autor grandes para hacerlo, de forma que la mierda no sólo le salpique a él sino también, para quien lo desconozca, al verdadero Spirit de Eisner.

Lo que ha hecho Miller no tiene nombre, pero una sola palabra basta para definirlo: “ridículo”. Al menos esto bueno se le puede sacar a la película, es un producto del todo homogéneo. Todo, absolutamente todo en esta película es ridículo. Partiendo de un argumento inexistente que no da ni para un capítulo de serie de TV mediocre de media hora Miller ha escrito un guión absolutamente ridículo, sin pies ni cabeza, lleno de diálogos y monólogos vergonzosos que provocan incluso vergüenza ajena y repleto de supuestos chistes que ni siquiera tendrían cabida en un programa de Cruz y Raya. Un guión ridículo está perfectamente protagonizado por personajes ridículos: un Spirit cansino en sus vacíos y repetitivos monólogos interiores y un Octopus que es la perfecta personificación de la ridiculez que presenta el conjunto de la obra. Del resto de personajes baste decir que cada vez que aparecen en pantalla deseas firmemente que sea la última y desaparezcan por completo de la película y de tu mente, con la única excepción del personaje de Sand Saref, no sólo por el atractivo visual que siempre acarrea su presencia sino también por ser el único personaje tratado con un mínimo (mínimo en sentido literal, no nos vayamos a emocionar) de coherencia. Y para cerrar el círculo del ridículo no podía faltar una dirección ridícula. Queda patente que Miller no tiene ni la más remota idea de dirigir cine. Por ser un autor proveniente de un medio muy diferente, y por ser ésta su primera incursión en solitario, se le habría perdonado que fallara en la dirección si al menos hubiera cumplido con un guión acorde a su talento. Sabiéndose incapaz de dirigir una película, ha optado por copiar tanto en estilo visual como narrativo el trabajo que hicieron juntos Robert Rodríguez y él mismo en Sin City. Si hasta hace cuatro días pensaba que el mérito de dicha película debía recaer más en la labor de Miller que en la de Rodríguez, ahora mismo pienso todo lo contrario. Todo lo que en Sin City era majestuosidad y elegancia en The Spirit es ridículo artificio. Vestir al personaje con una corbata roja digital movida caprichosamente o hacer las suelas de los zapatos tipo dibujo animado no son más que tretas visuales para desviar nuestra atención del patetismo que las rodea.

Nadie debería ir a ver esta película a un cine. Cada euro o dólar que pagamos por esta broma de muy mal gusto es un atentado contra nuestra dignidad como espectadores y/o lectores de cómic. El espectador no aficionado al cómic saldrá disgustado por lo ridícula de la película. Los seguidores de Miller o Eisner saldrán infinitamente encolerizados, realmente enfadados, y no dejarán de preguntarse durante mucho tiempo qué cojones le ha pasado a este hombre para llegar a hacer algo así.

Ficha IMDB

4 comentarios:

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