lunes, 22 de diciembre de 2008

Crepúsculo


El vampiro es sin duda una de las figuras más románticas salidas de la imaginación humana. Si el nacimiento del vampiro literario se lo debemos a los grandes escritores románticos del siglo XIX como Polidori, Le Fanu o Stoker, el renacimiento se lo debemos a Anne Rice cuando hace ya más de 30 años publicó su Entrevista con el Vampiro, dando inicio así a una larga saga que se ha extendido hasta hace pocos años. Por lo que se intuye tras ver Crepúsculo, la saga literaria de Stephenie Meyer bebe mucho de la concepción del vampiro de Rice, pero siempre lejos de la profundidad a la que nos tiene acostumbrados la bruja de Nueva Orleáns. Crepúsculo no es una historia de terror, ni misterio ni acción. Crepúsculo es una historia de amor, una película romántica protagonizada por vampiros. La pega que se le puede achacar a la película es que no acaba de aprovechar todo el potencial que brindan estos seres de ultratumba y por ello acaba resultando un producto ciertamente deshinchado. El utilizar el vampiro como un inmortal seductor no es nada nuevo, todos los autores mencionados anteriormente ya lo hicieron hace cerca de 200 años. Desde este punto de vista, la película consigue sus mejores momentos durante la primera mitad de la cinta en la que la joven Bella Swan es seducida por los encantos del vampiro Edward Cullen y somos testigos de la caída de Bella a los precipicios de la locura amorosa. A lo largo de todo esta parte de la película se nos dejan caer poco a poco todos esos rasgos que han caracterizado al vampiro moderno como ese inmortal seductor, capaz de crear una atracción casi animal en los mortales que le rodean, esclavo del precio de la sangre para mantenerse con vida, y con una fuerza y sentidos sobrehumanos. Lamentablemente, una vez la pareja se ha consolidado la cinta no consigue adquirir la consistencia suficiente y el interés decae a una velocidad estrepitosa. A partir de este momento nos encontramos con toda una serie de secuencias tan desaprovechadas como el momento Los padres de él o tan innecesarias como el partido de béisbol, que apenas aportan nada a la historia que se nos contaba hasta el momento. En lugar de estas escenas tan asépticas, en el tramo central de la película se hace evidente la necesidad de situaciones mucho más conflictivas, aprovechar la innata dualidad del vampiro como fuente de vida y muerte más que diferenciar tan descarada e irrealmente a los vampiros buenos de los vampiros malos.

Siendo la adaptación de una novela de gran éxito a nivel mundial, sorprende el bajo presupuesto del que dispone la cinta y el enfoque intimista que se le ha otorgado, totalmente opuesto a las grandes superproducciones que nos suelen ofrecer en estos casos. En este sentido cabe destacar la estupenda interpretación de la pareja protagonista, unos poco conocidos Kristen Stewart y Robert Pattinson que cumplen a la perfección con sus papeles de adolescente perdidamente enamorada la una y vampiro chulo y sobrado pero a la vez tierno el otro. Las interpretaciones individuales de cada uno de los dos actores confluyen en una actuación conjunta fruto de una química innegable desde su primer encuentro, y que sostiene en todo momento el peso de la cinta. El contrapunto negativo lo ponen unos personajes secundarios totalmente planos y carentes de interés, con la única excepción del padre de Bella, que consigue escaparse de los estereotipos del sheriff de pueblo para configurar un personaje propio y lleno de interesantes matices. Siguiendo con el tono general de toda la película, en la factura técnica nos volvemos a encontrar con una de cal y otra de arena. La preciosa fotografía de los paisajes naturales de la frontera estadounidense con Canadá, con esos lluviosos bosques en los que los escasos rayos de luz deben luchar contra metros y metros de enmarañados ramajes para alcanzar el suelo, contrasta con la tosca e inexperta utilización de unos efectos especiales a años luz de la tecnología que se maneja hoy en día incluso en proyectos de bajo presupuesto.

Estamos pues ante una película con un planteamiento interesante, que devuelve a los vampiros a la primera línea de actualidad, y sostenida por unas interpretaciones sólidas y convincentes. Lamentablemente el resultado se ve empañado por un desarrollo simplista, que aleja al espectador de cualquier atisbo de conflicto moral frente a lo que está viendo, y una dirección por momentos tosca que no acaban de fraguar el producto final que podría haber sido. Esperaremos a ver si la siguiente entrega, en la que Chris Weitz (La Brújula Dorada) sustituirá a Catherine Hardwicke tras las cámaras, solventa los mencionados errores llevando la historia a terrenos más tenebrosos a la vez que mantiene los aciertos de esta primera parte. Si todo sigue según lo previsto, tendremos la respuesta allá por noviembre de 2009.

Ficha IMDB

4 comentarios:

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