viernes, 5 de diciembre de 2008

Outlander


De auténtica sorpresa se puede calificar a esta película que sin ninguna promoción ha llegado a nuestras pantallas para hacer las delicias de los seguidores de la Espada y Brujería, demasiado a menudo huérfanos de interesantes propuestas. Lo poco que se sabía de esta producción no auguraba nada halagüeño: argumento manido e incluso rayano en lo ridículo, aspecto de serie B, director completamente desconocido, etc. Nada más lejos de la realidad. Outlander llega para romper con la racha de fantasía de estos últimos años que nos ofrecía productos destinados mayoritariamente al público infantil, entre crónicas de Narnia y de Spiderwick, brújulas doradas y signos de la luz. El veterano aficionado al género se sentirá enormemente reconfortado desde los inicios del metraje y hasta el final, pues se encontrará con un producto que recoge lo mejor de la muy variada fantasía de la década de los ’80, y lo mezcla todo para formar un producto que, a pesar de no dejar de ser un pastiche de ideas ya vistas, resulta enormemente entretenido. El argumento central del film no deja de ser una revisión del legendario poema Beowulf (adaptado ya en tres ocasiones a la pantalla grande), con la salvedad de que en este caso es el mismo héroe quien trae consigo a la bestia, y a la que se le añade un tratamiento de la criatura que no puede dejar de recordarnos a las ya míticas Alien y Depredador. Siendo el elemento sobre el que gira la película, la bestia debía de ser tratada con esmero, y así ha sido. Los héroes se enfrentan a una criatura básica pero inteligente, con un evolucionado e infalible sistema de caza, y que además presenta un tamaño y un aspecto absolutamente terroríficos. Sus apariciones, que suponen los momentos álgidos de la película, están enfocadas de forma muy diferente a lo largo del metraje. Así, durante las primeras incursiones, y siguiendo la estela del cine clásico de monstruos, apenas se ve a la bestia y la cinta apuesta por el terror más que por la acción. A partir de la mitad de película, ésta se decanta ya de forma definitiva por el género de la acción y nos ofrece espectaculares combates entre el hombre y la bestia. Y si la historia es poco original, sus personajes lo son menos aún: él es Beowulf, el típico extranjero que llega para convertirse en héroe y salvador (aunque al menos los guionistas se molestaron en crearle una trágica historia de fondo), y ella es, descaradamente, la Eowyn de El Señor de los Anillos, la hija guerrera del rey que a pesar de sus aptitudes no puede reinar por ser mujer (y el homenaje se extiende hasta el extremo de calcar cierta escena hacia el final de la película).

Pero a pesar de esto, lo que más llama la atención, y más en estos tiempos que corren, es el respeto, la seriedad y las ganas con las que los responsables de la película la han tratado. Se deja notar en todo momento el estupendo trabajo de preproducción que se llevó a cabo a la hora de diseñar decorados, vestuario y, por supuesto, criatura. En pantalla este trabajo previo se traduce en una ambientación perfecta en todo momento, desde el poblado vikingo perfectamente recreado hasta la aterradora guarida de la bestia, que permite que el espectador se crea lo que está viendo y se sienta inmerso en la historia. Nos encontramos pues ante una película cuya mayor virtud es su sinceridad, una película que asume desde su partida sus carencias de originalidad y las suple con creces con una generosa dosis de buen hacer, lo que hace del producto final una película de fantasía y terror tremendamente entretenida.

Ficha IMDB

1 comentario:

Anónimo dijo...

la hija guerrera, hija del rey, en el señor de los anillos, es Arwenª!!!!
ignaciobianchi@live.com