sábado, 31 de enero de 2009

Siete almas


Lo reconozco, cuando fui a ver esta película al cine no me sentía especialmente entusiasmado, a pesar de la poca curiosidad que pudiera sentir, porque, para ser sincero, el actor y rapero Will Smith me cae simpático. Ya ves que tontería, porque al fin y al cabo nos pertrechamos con a veces inevitables y lamentables prejuicios sin demasiado fundamento. Más allá de la conocidísima comedia televisiva El príncipe de Bel Air, y que tanto me ha condicionado a mi, que disfrutaba de lo lindo viéndola, el actor estadounidense abordó después una serie de papeles que no hicieron sino reafirmar su fantástica faceta cómica, aunque a mí me molestara a veces, cuando creía que no venía a cuento.
Sin embargo, poquito a poco Will Smith ha ido recorriendo el camino que conduce a la madurez interpretativa, dejando de lado las gracietas cuando estas no vienen a cuento. Me sorprendió en su papel de Muhammad Ali, injustificadamente, porque el papel no daba lugar a la comedia al ser un biopic acerca del famoso boxeador. Y con En busca de la felicidad del director Gabriele Muccino nos demostró que sí podía ser versátil como actor si le daba la gana, y que no había sido algo fortuito. Ahora de nuevo de la mano del director Gabriele Muccino nos recuerda lo bien que puede hacerlo como actor dramático. En la película interpreta a un tal Ben Thomas, un agente del Departamento de Tesorería de los Estados Unidos que guarda un secreto, él debe solucionarles la papeleta a un grupo de individuos cuyo denominador común es la enfermedad, física, económica, o espiritual. Él tiene la opción de redimirse del pasado y hacer uso de su secreto.
Tanto Will Smith como Rosario Dawson, que interpreta a una de los desesperadamente necesitados, Emily Posa, lo hacen muy bien, y su historia aunque algo cursi, le mantiene a uno atento. Lo que pasa es que la fórmula de meter a Smith en un papel dramático funcionó con En busca de la felicidad, porque a fin de cuentas la historia se basaba en hechos reales y la historia era interesante, nos importe o no su mensaje, y ahora con Siete almas la cosa no acaba de funcionar tan bien. Ya lo estoy viendo, Will Smith reunido con su amigo Gabriele Muccino y hablando de su futuro proyecto, algo dramático y con mensaje si puede ser, que hinche los corazones de la gente, que la emocione, y si puede ser llore al final de la misma, aunque el asunto que se traigan entre manos carezca de la credibilidad o trascendencia necesaria. Porque al fin y al cabo los sentimientos mueven a las masas, las que están metidas en las salas de cine con las palomitas; yo me emociono, luego pienso que la película guarda un secreto trascendente, o que realmente me importa. Bueno, no te aconsejo a ti, lector, el que seas, que te lo tomaras muy a pecho, la película en mi opinión, no es del todo mala, porque realmente algunos de los mensajes proyectados a través de la oscuridad son ejemplo para muchos que hacen de sus vidas un continuo y egoísta deambular sin rumbo ni fin. Gabriele Muccino ha construído una película alrededor de la figura de Will Smith, protagonista absoluto, olvidándose de nosostros a lo largo de casi toda la película. La primera hora me pareció aburrida, y la segunda así así, creo que la última media hora es intensa, me gustó, supongo que porque me emocionó, porque me gusta la ética que destila, cargada de buenas intenciones, y porque me cae muy bien el tal Smith, y ni siquiera lo conozco personalmente. Así que ya ves, en el colmo de la subjetividad te recomendaría que priorizaras otras películas antes que esta, y con lo caro que está el asunto imagino que siendo optimista no te diría que no la alquilaras cuando esté disponible en DVD y puedas verla en casa, donde podrás levantarte para mear sin riesgo a perderte nada.

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