domingo, 25 de enero de 2009

Peter Jackson,adaptando a Tolkien - 3ª parte


Los films dirigidos por Peter Jackson contaron con un presupuesto de 280 millones de dólares, y el proyecto entero tardó en llevarse a cabo un total de ocho años. Jackson siempre quiso que las películas tuvieran una pátina realista e histórica, alejándose así de un estilo demasiado fantasioso y “falso”; en este sentido las decisiones del director y la extraordinaria labor creativa de los especialistas, diseñadores, dibujantes, y artistas en general, consiguieron provocar sobre los espectadores aquello que Tolkien daba en llamar “creencia secundaria”. La creencia inherente del espectador/lector en la verosimilitud del relato. Más que la “realidad” de un relato, lo que importa es su "verosimilitud", de manera que el espectador/lector pueda dar por válidas las reglas de la historia, y las acepte sin reparo alguno. Sin embargo Jackson no acabó de creerse a Tolkien, y lo llevó por los derroteros de lo que para él debía ser lógico en el relato, apartándose de la visión mítica y desviando literalmente la verdadera esencia de muchos de los personajes. Analizarlo aquí ahora sería exhaustivo. Por otro lado tanto quiso incidir el director en el trasunto “histórico” que olvidó finalmente el elemento evocador de la obra original. Jackson se equivoca al recurrir a la exageración y a la intromisión más descarada cuando no comprende algo. En ocasiones Jackson sintetiza ideas hasta la más de las risibles literalidades (por ejemplo, A Sauron el Señor Oscuro en la novela se le nombra también como el El Ojo de Fuego, o El Ojo Sin Párpado porque con su "mirada" es capaz de abarcar todos sus dominios; Peter Jackson decidió recrear un gigantesco ojo de fuego situado en lo alto de la Torre Oscura en Mordor, a modo de faro, capaz de ver e iluminar a lo lejos)
Tolkien en la carta citada al inicio, decía con respecto al tratamiento de algunos de los personajes: “Se basa en una concepción errada de los Jinetes Negros […] El peligro con que amenazan es casi por entero consecuencia del miedo irracional que inspiran. No tienen gran poder físico […]” De hecho Tolkien insinúa más que muestra, y evoca; él siempre habla de la “presencia del Bien” o de la “presencia del Mal”, como algo intangible, hermoso, y terrorífico, más allá, en las películas, de evidentes y exageradas muestras del Bien (algo torpes a veces) o del Mal (sobre todo) Como si del paisajista impresionista Joseph William Turner se tratara, Tolkien da forma a la historia a través del “espejo del mito”, evocándonos o recordándonos ese algo que no podemos explicar, pero que podemos “percibir”. Peter Jackson no nos lo permite, la obra es demasiado obvia, e incluso demasiado irregular en ocasiones, alternando situaciones y diálogos ridículos con momentos y diálogos verdaderamente dramáticos. Lo cual, irónicamente, arruina la “creencia secundaria” de la que antes hablaba.

“En el cine no se intenta fotografiar la realidad, sino fotografiar la fotografía de la realidad” decía…Kubrick, quién sino.

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