viernes, 30 de enero de 2009

La Semilla del Mal


La Semilla del Mal es el desafortunado título que se le ha adjudicado por estas tierras a esta nueva cinta de supuesto terror recién llegada a nuestras pantallas. Desafortunado porque, en primer lugar, resulta de por sí muy manido e incluso suena a remake, y en segundo lugar, porque su título original The Unborn, le hace mucha más justicia, ya que esta película no debería haber llegado a nacer nunca, como el cansino niño que la protagoniza. Con sólo cuatro obras en su haber, David S. Goyer se consagra como uno más de ese preocupante grupo de directores descafeinados e impersonales que lamentablemente copan con asiduidad nuestras pantallas. En su labor como guionista también fracasa estrepitosamente al firmar una historia sin ningún sentido ni interés, repleta incluso de contradicciones, y poblada por unos personajes insulsos y pueriles. En este aspecto sí que La Semilla del Mal supone una decepción, puesto que frente al papel, Goyer se había mantenido hasta el momento a una altura envidiable, con grandes trabajos en su haber como la injustamente olvidada Dark City, o las más reconocidas Batman Begins y El Caballero Oscuro. Por mucho que uno lo intente buscar, no encontrará en esta película absolutamente nada digno de mención. La historia bebe del ya hace tiempo agotado esquema del terror japonés, absorbiendo y vomitando todos los tópicos y clichés del género, incluyendo fantasmas de niños atormentados, poseídos contorsionistas que de ridículos hacen reír más que causar la más mínima incomodidad, ya no digamos terror, la ya cansina escena del jodido espejo en el baño (sí señores guionistas, ya sabemos que la tercera vez que cierre la puertecita del espejo será cuando se vea al fantasma o asesino en la puerta del baño), una investigación que acaba en un personaje encerrado en un asilo que tiene todas las respuestas, exorcismos donde vuelan objetos de lado a lado, y así podríamos seguir interminablemente. A la insulsa historia se le debe sumar la completa falta de recursos en la dirección de la que hace gala la cinta, que constantemente recurre a las por completo inefectivas subidas de volumen para intentar rescatar al espectador del estado de sopor en el que inevitablemente va cayendo minuto a minuto. Los pocos sustos presentes en la película están además terriblemente mal acabados, puesto que lejos de profundizar en la escena y sus consecuencias, la historia salta instantáneamente a la siguiente secuencia que nada tiene que ver con la anterior, contribuyendo así a la ya absoluta desconexión del espectador. La Semilla del Mal es pues otro ejemplo lamentable de cine de terror ridículo y mediocre, que fracasa por completo a la hora de crear angustia, y que no se salva ni por la presencia de un desaprovechado Gary Oldman ni por los incitantes paseos en ropa interior de Odette Yustman.

Ficha IMDB

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