martes, 25 de noviembre de 2008

Quantum of Solace (Crítica 2)


Apenas dos años después del estreno del nuevo Bond con Casino Royale nos llega la inmediata segunda parte de lo que apunta a ser una interesante trilogía. El mismo equipo y reparto de la anterior entrega se reúnen de nuevo, pero en este caso bajo las órdenes de Marc Foster, director de reconocido prestigio tras firmar obras como Monster’s Ball (2001), Descubriendo Nunca Jamás (2004) o Más extraño que la ficción (2006). Como viene siendo habitual en estos últimos años, se les está encargando la realización de películas de acción a directores nada habituales de este género. Lamentablemente, lo que podría suponer todo un soplo de aire fresco en la forma de rodar la acción por la procedencia artística de estos realizadores, suele devenir en fracaso. Al igual que le pasó a Christopher Nolan en su primera incursión en el mundo de Batman, Marc Foster solventa su inexperiencia en las escenas de acción optando por la vía fácil, un continuo bombardeo de fotogramas a toda velocidad que dejan al espectador descolocado y sin poder disfrutar realmente de unas secuencias que deberían ser espectaculares y dejarte boquiabierto. A una película de bajo presupuesto se le puede perdonar que recurra a estos trucos para paliar la falta de medios. A todo un 007, sin embargo, con todo el presupuesto que maneja, no se le puede pedir menos que dejarte pegado a la butaca y, literalmente, flipando. En Quantum of Solace no es así. Un buen ejemplo del mal haber de Foster para la acción desenfrenada es la apertura de la película, en que lo que podría haber sido una espectacular persecución de coches, primero por carretera y finalmente por una cantera con unas curvas de escándalo, acaba resultando en simplemente entretenida, por los continuos cambios de plano y por colocar la cámara donde no tiene ningún interés. Cuando veo una salvaje persecución de coches quiero ver coches derrapando, dando vueltas de campana, golpeando con otros coches, saltando en pedazos, y no la cara de Daniel Craig, que sí, es muy guapote él, pero ya tiene multitud de escenas luego para demostrarlo. Y como esta secuencia también podríamos citar las posteriores persecuciones en lancha y avioneta (y es que al igual que uno de los personajes de la película, Bond toca todos los palos, tierra, mar y aire, y siempre sale airoso). A pesar de esto, se le debe reconocer a Foster que las escenas de acción en las que se prescinde de vehículos se le dan mucho mejor. Así, también al principio tenemos una muy buena persecución a la carrera sobre tejados y que culmina con la que es sin duda la mejor escena de acción de toda la película, una explosiva pelea cuerpo a cuerpo con caídas libres incluidas y en la que se destroza todo lo destrozable.

Y es que esta progresión de menos a más que se deja notar ya desde el mismo comienzo es lo que nos acabará ofreciendo la película. Lo que parece un arranque titubeante y confuso de la historia resulta estar perfectamente planeado. Así, el argumento de Quantum of Solace se nos va mostrando a medida que avanzamos en la historia, casi como si lo fuéramos descubriendo nosotros mismos acompañando al propio Bond y a través de las pistas que él va recogiendo. Mientras el uso de esta forma de contar la historia a menudo deviene fallido y el espectador acaba sintiéndose engañado, en esta película todas las preguntas obtienen progresivamente su respuesta, y lo que parecía inconexo al comienzo adquiere sentido al final. Otro claro ejemplo de la mencionada progresión de menos a más la encontramos en la relación con la siempre presente chica Bond. Muy falta de garra al principio, transcurrida media película y especialmente en su tramo final, la relación adquiere su verdadera dimensión al conocer que ambos están actuando por los mismos sentimientos. Y es que si por algo se mueve 007 en esta película, y contra todo lo que pudiéramos pensar hace sólo tres años, es por sentimientos. James Bond deja de ser el perfecto agente secreto de Su Majestad para pasar a ser un humano en toda regla, con sus principios y su lealtad bien altos, sí, pero también esclavo de sus sentimientos. Mucho se ha hablado de que en esta película se pierde por completo el espíritu del personaje clásico e incluso el de la anterior película, que más que un agente secreto es un asesino sin escrúpulos, que actúa sólo por venganza. ¡Mentira! Si por algo debemos destacar a esta Quantum of Solace es precisamente por la evolución del personaje principal, una evolución que se antoja en todo momento natural, nunca forzada, y siempre coherente con la personalidad desarrollada en Casino Royale. En la anterior entrega descubrimos que el nuevo Bond es un tipo duro, que no se lo piensa dos veces antes de matar si su vida va en ello, y al final descubrimos que a pesar de esa frialdad también tiene su corazoncito, llegando incluso a dejar la Agencia para poder mantener una relación de pareja. Entonces, una organización criminal secreta hace que el amor de su vida le traicione y encima muera. ¿Cómo se supone entonces que debería reaccionar sino con una macrovenganza que además de vendetta personal coincide con los intereses de su Agencia? Sí, Bond utiliza a la Agencia para su propio interés, pero la Agencia también utiliza a Bond para el suyo propio.

El principal defecto de la película es que el acertado guión en cuanto a la evolución interior de 007 no acompaña a una historia especialmente trabajada ni compleja, y en la que poco se avanza en lo que parece la trama central de esta nueva saga, la organización secreta Quantum. Nos encontramos pues ante lo que es sin duda una película de transición antes de llegar al desarrollo ya completo de la historia de Quantum, y por tanto debe ser vista como lo que es, una parte más de un todo mayor. Por sí sola no acaba de sostenerse, no es tan buena película como fue Casino Royale y no acaba de convencer en las escenas de acción, pero a menudo las piezas centrales de una trilogía suelen ser las más inestables. Veremos si con su pieza final el puzle acaba ensamblando a la perfección y nos encontramos con lo que en conjunto será la mejor obra cinematográfica de Bond, James Bond.

Ficha IMDB

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