sábado, 22 de noviembre de 2008

Indy IV, lo que pudo ser y no fue – 1ª parte


Este 2008 cercano a concluir fue para algunos de nosostros el año en el cual tras diecinueve años, no de espera en mi caso, iba a poder disfrutar de nuevo con las aventuras del más famoso arqueólogo dentro del celuloide, Indiana Jones. El entusiasmo del equipo creativo en la realización de la nueva entrega parecía presagiar una más que probable cuarta entrega a la altura de la trilogía, ahora ya clásica. Los distintos problemas con el guión, el rechazo del que parecía ya definitivo guión de Frank Darabont, provocaron el resquemor y la desconfianza de algunos que no veían con buenos ojos la labor de George Lucas, entrometiéndose en algo que, nos agrade o no, le pertenece. Y de quien por cierto, se tiene un muy bajo concepto al entender de muchos de los que se sintieron defraudados con la nueva y deficiente trilogía de Star Wars, mal que les pese a algunos enfebrecidos fans.
Cuando en el año 1989 Lucas como productor, Spielberg como director, y Ford como actor protagonista, barajaron la posibilidad de una cuarta entrega, el desacuerdo entre los tres por la insistencia del primero en introducir el trasunto de las calaveras de cristal, y su consecuente, para Lucas, origen alienígena, hicieron imposible seguir adelante con la nueva entrega. Ni Ford ni Spielberg parecían convencidos con la idea de apartarse del tragín mitológico-místico de las anteriores, que le daba a las aventuras de Indy un aura folclórica muy atractiva, un animismo que envolvía a los protagonistas y dotaba a las tramas, sobre todo en las dos primeras, de un intangible peligro al acecho, incontrolable, y que cuestionaba el cinismo pragmático del aventurero. Ahora Lucas pretendía llevar la historia por los derroteros de la experiencia OVNI, más propia de los seriales de los años cincuenta, con el trasfondo de la amenaza nuclear y el secretismo de la CIA, agencia creada en el año 1947 por el presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman. Retomado de nuevo en el año 2000 el empeño de llevar definitivamente una cuarta aventura de Indiana Jones, se planteó la duda, entre mucha gente, de la viabilidad del proyecto dada la avanzada edad por aquel entonces de Ford. Finalmente Lucas, Spielberg y Ford aprobaron conjuntamente el guión de David Koepp, y la película comenzó a rodarse en junio de 2007. Siete años después de que muchos nos cuestionáramos la propia eficacia de una película basada en un aventurero, que en los años ochenta daba saltos y era vapuleado de continuo, y que debía hacer otro tanto ahora después de diecinueve años.
Algunos como yo creímos que Spielberg sabría sacar lo mejor de sí mismo tras su larga experiencia rodando películas, y que certeramente sabría, junto a Lucas, discernir cuáles fueron los elementos que cautivaron al espectador de los años ochenta, y cuáles funcionaron peor, siendo prescindibles en esta nueva entrega. No fue así, Spielberg ha madurado como cineasta, pero por ello mismo parece incapaz de retornar a la frescura gamberra de sus obras iniciales.
Tanto en Star Wars como en Indiana Jones, Lucas debía lidiar con unas expectativas creadas en torno a la obra de proporciones a veces inaguantable. Lo sucedido con estas secuelas demuestra que las originales no le deben tanto su éxito al ideador de las mismas, como a la buena fortuna que conjuró y reunió en un mismo momento a guionistas, directores, actores, en un tiempo en el cual la industria todavía no imaginaba las posibilidades de una era digital que la iba a emborrachar de banalidades, y desfases donde los alardes digitales primarían por encima de cualquier otra consideración. No voy a hablar aquí de lo que supuso la nueva trilogía de Star Wars para quienes habían admirado y seguido la primera, pero el asunto constatará que algo está pasando con las expectativas de esa generación de críos que crecieron en los ochenta y que quedaron atónitos por vez primera cuando vieron rodar a una gigantesca roca que prometía aplastar al intrépido arqueólogo, y que sorteaba una y otra vez las mortíferas trampas del templo en la jungla, o cuando cientos de momias pútridas se avalanzaron sobre la impotente y horrorizada heroína, o cuando el héroe mismo no dudaba un momento cuando tenía que arrastrarse por la panza de un camión que trata inútilmente de aplastarlo. Algo ha cambiado, muchas cosas diría yo. La reacción, sobre todo de los fans de las aventuras de Indiana Jones, se ha polarizado, hasta el absurdo extremo de llegar a la rabia por quienes han disfrutado de la nueva entrega de Indy, que no tragan a quienes disgustados por la misma han clamado al cielo. Desde luego la industria del cine ha cambiado, y entre esos cambios nos encontramos con el fenómeno del fan que habla y discute a través de la red, de modo que parte de las campañas de marketing se hayan visto obligadas a no subestimar al público potencial con engañifas. Porque ahora el espectador puede machacar literalmente, y difundir si lo desea, su rechazo por el engaño perpetrado. Esta vez la película desarrolló una promoción publicitaria basada principalmente en la nostalgia de los seguidores de la serie, llegando a prometer incluso el no abusar de los efectos digitales generados por ordenador.
Ahora los que han quedado encandilados con la nueva aventura acusan a los decepcionados seguidores de que la expectativa frustrada se debe única y exclusivamente al cambio generacional, y que, como en mi caso, simple y llanamente somos gente que nos hemos hecho mayores, y por ello hemos perdido la capacidad de fascinación ante un cine que nunca pretendió ser creíble, y que siempre discurrió por los derroteros de la llamada serie B. Eso no es del todo cierto, y el argumento esgrimido se me antoja ahora poco honesto, puesto que la trilogía siempre fue eso y más. En todo caso, valga la comparación, El reino de la calavera de cristal es a En busca del arca perdida, lo que las aventuras de Tintín son a las aventuras de Corto Maltés. Al menos en mi caso, sigo sintiendo la misma fascinación por En busca del arca perdida, que aguanta el paso de los años estupendamente.

No hay comentarios: