miércoles, 19 de noviembre de 2008

The Fall, el sueño de Alexandria (Crítica 2)


Ya han pasado unos cuantos años desde que el realizador indio debutara en el cine con aquel extraño y bello, por momentos, thriller de terror psicológico llamado La celda en el cual Jennifer López se paseaba por la mente de un psicópata engalanada con los más exóticos atuendos que uno pueda imaginar, y en medio de un laberinto de colores perfectamente diseñados e inspirados. La visión de Tarsem se superpuso entonces a la propia visión del psicópata Carl Rudolph Stargher, que enredaba a la psicóloga Catherine Deane, en los más oscuros y pomposos pasadizos de la mente; yo diría de la mente de Tarsem, en todo caso, ya que el realizador decidió, consciente o inconscientemente, relegar a los supuestos protagonistas en favor de una más interesante puesta en escena, que nos distrajera de lo verdaderamente esencial para algunos, como es mi caso, esto es, los personajes y sus preocupaciones. Algo similar pasa con esta segunda incursión en el mundo de los sueños, esta vez conscientes, y que se nos muestran en forma de cuento improvisado. Las imágenes visuales que ilustran el cuento que el atormentado Roy Walter, especialista de escenas de acción, le narra a la pequeña Alexandria, son extraordinarias, y más aun cuando uno se percata de la ausencia total de animación digital.

Tarsem aborda el tema de la dualidad existente entre la inherente inocencia de los niños y la tristeza desencantada de los adultos. Cuando un narrador cuenta cuentos distorsiona inevitablemente la realidad misma de la historia, en mayor o menor medida, y de ese modo, se acentúa el drama, se mengua o se exagera el mérito del héroe o villano. Tarsem, como cuentacuentos, acaba invadiendo el ámbito de la propia historia narrada, haciendo alarde y desproporcionando en ocasiones mediante suntuosos trucos visuales, que nos apartan del objeto que dio origen a la historia. The Fall supone un doble juego, en el cual nos encontramos con dos narradores, Tarsem, y Roy Walter, y por ello también tenemos dos historias. El primero le narra una historia al espectador que acude a la sala de cine, y el segundo a una niña que se aburre, y que forma parte de la propia historia narrada por Tarsem. Ninguna de las dos llega a cuajar, por así decirlo, y apenas emocionan. El drama de Roy nunca llega a ser realmente protagonista, relegándole el puesto a la encantadora niña Alexandria, que escucha con devoción la fantasía narrada por Roy. El cuento en cuestión debería servirnos para comprender mejor esa dualidad de la que antes hacía mención, el inocente entusiasmo de Alexandria, y el desastroso desencanto de Roy, incapaz de concluir el cuento con un final feliz. Pero no es así, porque la convalecencia de Roy parece más el pretexto de un director de cine que busca un segundo narrador en una historia que no llega a encantarnos, y que lo excusa en su fastuosa aventura imaginada.

Lo ideado por Tarsem me recuerda a la fábula ideada por Guillermo del Toro, El laberinto del fauno, en la cual realidad y ficción se aunaban en una misma historia, y mientras en ésta la dura realidad golpeaba a la niña Ofelia y a quienes la rodeaban, en la de Tarsem esa misma realidad, la de Roy convaleciente por el accidente, apenas nos toca, y se confunde pero no se une, con una segunda narración, demasiado diluída e improvisada, que tampoco emociona. El resultado es algo inconstante, fascinando a veces por la perfección de las imágenes, y causando indiferencia, sobre todo cuando éstas desparecen de la escena. La labor de la niña Catinca Untaru en su papel de Alexandria es destacable, siendo de lo mejor junto a la puesta en escena, en un conjunto del todo desaprovechado, pero cuyo visionado vale la pena, aunque sólo sea por el mero disfrute de su increíble imaginería visual, y la no menos encantadora interpretación de la niña Cantica Untaru.

1 comentario:

Voltorine dijo...

Esta pelicula es una full de Estambul. Un truño como un puño como diria mi amigo Amras.
No consigue nada de lo que pretende (para ver una peli que sí consigue ese juego de imagen imaginación tenemos La princesa Prometida o como tu dices El laberinto del fauno) esta se queda en un ejercicio de "voy a hacer una peli que te cagas, pura poesia" y se queda en la misma poesia que hago yo cuando voy al W.C. cada dia.
¿Buena fotografia? A estas alturas de la película lo minimo que se le exige a una peli es eso, una fotografia decente. Y si por buena fotografia te refieres a que le pone filtros para saturar los colores, pues mira... que original y que gran fotografia esto que hacen en una peli sí y en otra tambien.
Lo mejor es que al acabar (gracias a Dios que se acabó) me giro a mirar a la gente y todos estaban con una cara de "me han timado, que me devuelvan el dinero"
En fin, espero olvidarla pronto y no vale la pena gastarse el dinero en ver esta mierda (de colores sí y con buena fotografia, pero mierda al fin y al cabo) y la mierda huele mal y no sirve para nada, salvo para abonar el campo y en este caso ni para eso.
No se gaste el dinero en bazofias como esta y comprese en DVD la Princesa Prometida o el Laberinto del Fauno que las disfrutará más.