viernes, 6 de marzo de 2009

El lector

La novela escrita por Bernard Schlink se tituló Der Vorleser, que literalmente significa “el lector en voz alta”. La película que ha adaptado la obra escrita se ha titulado simplemente El lector, eliminando uno de los aspectos fundamentales, y sentimentales, que hacen de esta historia una entrañable pero al tiempo deprimente reflexión acerca de la ignorancia en tiempos donde la violencia está a la orden del día, literalmente. El director de Billy Elliot y Las horas, Stephen Daldry, vuelve a trabajar junto al guionista David Hare, adaptando nuevamente una novela con tintes traumáticos. La historia de un chico alemán en los años cincuenta, Michael Berg, interpretado por el actor David Kross, que se enamora de una joven treintañera que lo ayuda cuando éste enferma camino de su casa. Al ayudarlo despierta en el jovencito el erótico deseo que ella le provoca, cuando se siente seducido por la solitaria y atractiva mujer, Hanna Smith, una espléndida, creíble y sensual Kate Winslet. Surge entonces lo que podríamos entender como la primera de tres partes de que se compone el film. El apasionante y prohibido romance entre ambos es narrado con una comedida carga erótica, estética, y de intimistas y alegres connotaciones, que nos hacen pensar que realmente hay verdadero amor en la lujuriosa relación de ambos. Michael le lee libros a Hanna en voz alta en cada uno de sus secretos encuentros amatorios, y sin embargo ninguno de los dos se conoce. El entusiasmo de Michael ante su despertar sexual se irá atemperando frente al hermetismo de Hanna, que parece ocultar un gran secreto, porque la entrega no es mutua. En la segunda parte del film algunos de estos secretos saldrán a la luz, y desvelarán un pasado gris en la vida de Hanna. Michael deberá enfrentarse a la otra cara del poliedro que es Hanna, a la cara oculta de alguien a quien todavía ama, pero que definitivamente desconoce.
La película nos habla del holocausto judío, y de cómo la Alemania de la posguerra se enfrenta a la redención y al perdón por lo ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial, juzgando a los culpables, a unos pocos, aquellos que no fueron capaces de enfrentarse al orden establecido, cometiendo las más desdeñables atrocidades, aún bajo las órdenes de aquellos que con mayor jerarquía ordenaban y organizaban el exterminio. El juicio celebrado en Berlín contra antiguos criminales de guerra consigue lavar la cara de muchos que toleraron la ignominiosa actitud de los militares y mandatarios que gobernaron al país. La película viene a apuntar que la aceptación de la injusticia no es precisamente una virtud, pero aún peor, la ignorancia no la justifica. Hanna Smith es analfabeta, por eso quiere que le lean en voz alta, y tampoco parece comprender más allá del puro y elemental cumplimiento de las órdenes recibidas, en las que fue incapaz de ver mal alguno.
En la tercera parte de la película acudimos al cadencioso tic tac del reloj que se apaga cuando Michael adulto es incapaz ya de tener una relación plena con una mujer. En cierta manera parece vacío ante los sucesos del pasado. El actor Ralph Fiennes interpreta al Michael Berg adulto con sobriedad, y con lánguida y veraz mirada, algo perdida cuando recuerda el pasado, creando un personaje dolorosamente vacío. El último tramo es el tramo carcelario en donde se expían las culpas. Sin embargo ninguno de los dos, ni Michael ni Hanna son capaces de olvidar el pasado, pero sobre todo, al menos en el caso de Michael, el pasado en los “Campos de exterminio”.
El lector es una excelente y fascinante película que sin embargo parece quedarse corta en algunos momentos, sin embargo, la ignorancia personificada en Hanna parece prevalecer sobre cualquier otra consideración. No he leído la novela, pero intuyo que la necesidad del perdón por parte de un pueblo avergonzado por su pasado está más presente que en el film de Stephen Daldry.

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